a paso de tortuga,

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la pulguita del Saint George, o cómo fingir que somos cuerpos perezosos A PASO DE TORTUGA,

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Page 1: A PASO DE TORTUGA,

la pulguita del Saint George,o cómo fingir que somos

cuerpos perezosos

A PA S O D E TO RT U G A ,

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TORTUGA ,la pulguita del Saint George,

o cómo fingir que somoscuerpos perezosos

A

PA SO

D E

María Paula Juliana García Moreno

Page 3: A PASO DE TORTUGA,

autora: María Paula Juliana García Morenofotografías y texto: María Paula Juliana García Morenodiseño editorial: Sincrónica Editorialpontificia universidad javeriana – Artes Visualesfecha: Noviembre 2020

asesores

Juan Carlos Arias HerreraMargarita Romero Sánchez

a paso de tortuga,la pulguita del Saint George,o cómo fingir que somoscuerpos perezosos

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un dos tres.A paso de tortuga nunca llegarás,

A paso de tortuga nunca llegarás

(un,

dos,

tres)

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A paso de tortuga nunca llegarás, un dos tres.

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A paso de tortuga nunca llegarás, un dos tres.

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A paso de tortuga nunca llegarás, un dos tres.

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A paso de tortuga nunca llegarás…

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18 19

Un,

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Dos,

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Tres.

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claramente).Si hoy me volvieran a preguntar ¿Qué estaría haciendo para llegar tarde a clase? Si se supone que el recreo es suficientemente largo para ir al baño, comer, jugar y hasta copiar tareas...

-Yo les respondería: estaba haciendo el paso de tortuga, y no he visto ningún recreo que sea lo suficientemente largo para completar todos los pasos.

Ni comí, ni fui al baño, ni jugué, ni me copié, ni hice todas las cosas que se supone que uno hace en el recreo.

Tal vez no hice nada... pero ir al paso de la tor tuga requirió de todo mi tiempo.

Por el paso de la tortuga me quedé como la lenta del salón, a esa que toca abrirle la puerta después de que la clase ha empezado; y a la que el o la “teacher” –y los alumnos lambones–, juzgan con su mirada mientras esta se sienta en su respectivo puesto (a paso de tortuga

A paso de tortuga la cantaba cuando no quería que el recreo se acabara.Y casi nunca quería que el recreo se acabara porque eso implicaba que me tenía que levantar del pasto.

A paso de tortuga la cantaba cuando quería retrasar ese recorrido para llegar a clase.

Hacerlo más l a r g o ,

l en to

y duradero para aprovechar al máximo.

(a paso de tortuga claramente).

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Soñé por mucho tiempoque ojalá el colegio no se tratase de entrar a clase.

Todo lo contrario,

ojalá uno fuera al colegio a quedarse inmóvil en aquel pasto específico en el que decidió plantarse.

Y que, si en algún momento algún profesor llega a insinuarnos que fuéramos a clase,

pudiéramos responderle como Bartleby, el escribiente, le responde al abogado:

Preferiría no hacerlo.

El paso de tortuga empezó en preescolar como un juego de niños.

No era yo la única que lo jugabapero sí la que con más constancia lo hacía.

Levantarse y moverse

Según las reglas que me contaron, el paso de tortuga se usaba cuando no queríamos llegar a clase de matemáticas, o de educación física.Pero para mí, el problema era llegar a clase.

del pasto era justo mi gran obstáculo.

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¹ Es por eso que mi papá nos presentó a la pulguita del Saint George… pero como vamos a paso de tortuga, todavía no ha llegado el momento de hablar de ella.

² Poco porque ya es septiembre; y el año, el semestre y la universidad se acaban en diciembre.

Habría mil cosas que preferiría no hacer,

Levantarme en las mañanas para ir al colegio fue en mucho tiempo una de ellas. ¹

En este momento, seguir escribiendo –intentando hallar un sentido a todo lo que pienso–,

O no al menos en tan poco tiempo que tengo.²

es algo que preferiría no hacer.

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Es poco el tiempo que tengo para ir a clase, o para arreglarme en las mañanas…

Incluso, poco tiempo tuve para nacer.

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Me hizo falta y por eso voy a paso de tortuga,

Lenta,

Perezosa,

Quieta,

Sin ganas de hacer nada.

Mi hermana me dijo que tal vez mi paso de tortuga se debía a que nací antes de tiempo.

Eso no fue decisión mía,

sino del doctor que se iba de vacaciones justo la semana que tenía que nacer.Para no cambiar de doctor a último momento, decidieron por mí que debía nacer una semana antes.

Nací sana, sin ningún problema respiratorio y sin necesidad de incubadora. Como si esa semana no hubiese faltado.

Pero la teoría de mi hermana (la cual me parece verídica) es que mi paso de tortuga se manifiesta debido a esa semana que a mí sí me hizo falta.

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Hoy en día sigo negandome a aceptar que tener más de un año para realizar un proyecto es suficiente.

Nuevamente: ¡Es muy poco tiempo!

Tuve poco tiempo para nacer,

claro que apenas lo hice, no me di cuenta del tiempo que me faltaba.

Ese tiempo se manifestó años después con mi negligencia a aceptar que sólo tenía una hora para arreglarme.

O diez minutos para desayunaro cuarenta minutos para el recreo.

¡Es muy poco tiempo!

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Un día (o muchos) que duré sentada toda la tarde

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Mi mamá no ve el futuro y esta silla es muy cómoda; quiero desecharla. Pero tengo que esperar al día que quiera desecharla porque hoy no quiero hacerlo. No quiero desecharla porque es muy cómoda.

Si mi mamá viera el futuro de pronto no me hubiera comprado esta silla. Mejor una banca pensaría, así mejora la postura. Pero mi mamá solo pensó en mi comodidad. Supongo que, si fuese a sentarme bien o no, era ya un acto de fe.

Mi mamá me regaló una silla nueva cuando empecé la universidad. Me la puso enfrente del escritorio y me dijo que había buscado la más cómoda que ofrecían en Home Center, porque ahora iba a pasar mucho tiempo allí. Tenía razón… o vio el futuro.

Me gustaría que fuese la segunda opción, que pudiera ver el futuro y decirme que más escribí aquí. O tal vez una frase como: no te desgastes hablando de la silla, después la borrarás del papel tamaño carta del documento número dos de Microsoft Word.

Pero no creo que pase. Mi mamá no ve el futuro y yo tendré que esperar al día que se me ocurra borrar “silla” del texto, porque ya no tiene sentido hablar de ella o porque la deseché por ser muy cómoda.

Ese es el problema con esta silla: es muy cómoda.

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Ojalá tenga que esperar harto para botarla porque también adoro que sea cómoda. Ojalá fuera cómoda pero no lo suficiente para que desgonce mi cabeza.Ojalá fuera cómoda pero aun así me mantuviera activa.

Ojalá fuera cómoda y no me hiciera dormir.

Ma: intento sentarme bien, lo prometo.

Intento sentarme bien, pero cuando recuesto mi cabeza en la parte superior de la silla, en ese pequeño cojín extra mullido, se desgonza. Se desgonza mi cabeza porque nuevamente me he quedado dormida.

Es una mala postura, pero no me doy cuenta porque estoy dormida.

Ojalá tuviera un sueño en donde desechara la silla porque me ha causado un tortícolis insoportable. Ojalá la silla fuese tan incómoda que me ha atrofiado el cuello por todas las veces que se desgonzó mi cabeza. Ojalá tuviera una banca.

Pero la verdad es que por más que se desgonce mi cabeza, el tortícolis nunca ha sido un problema. En mi sueño que no he tenido, esa sería la excusa para desechar mi cómoda silla; pero en la vida real, no hay excusa.

Quisiera tener una excusa para poder desecharla. Pero no he podido conseguir una lo suficientemente válida.Si la saco de la casa porque es muy cómoda, volvería a entrarla. Pues su comodidad hace que no quiera desecharla…

no al menos en este momento.

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Pero la espera se vuelve más larga cuando la silla me hace dormir. Adoro dormir, pero dormida no puedo hacer la tesis.

Si mi mamá, que no ve el futuro, supiera que esta silla me hace dormir, no me la hubiera comprado porque no me serviría para el escritorio que tengo.

Y el escritorio que tengo es donde generalmente he hecho todos mis trabajos.

Y casi todos (dibujos, grabados, videos y demás) los he hecho parada. Si me siento, me duermo.

Ese es el problema: es lo suficientemente cómoda como para hacerme dormir. Y no me puedo dormir ahora porque estoy haciendo la tesis.

O esperando a hacerla.

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Me quedé dormida.

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Supongo que no se trata solo de la silla que me hace dormir.

Tal vez lo que me hace dormir es mi pereza acumulada.

Digo tal vez, porque todavía ni tengo claro qué es la pereza. He leído que es un pecado, un privilegio, un modo de ser eficiente, pero para mí todo eso son especulaciones.

Pero si mi mamá me dice perezosa, o si busco en las imágenes de Google “pereza”; veo lo mismo: un montón de gente echada y dormida en sofás, sillas, escritorios, camas y demás. Tal vez por esas imágenes, y por lo que dice mi mamá, es que creo que soy perezosa.

Esta vez no fue en la silla cómoda que no se si algún día quiera desechar.

A veces hablo mal de la silla porque me hace dormir.

Pero el problema después de todo no es la silla, son mis ganas de dormir.

Mi mamá (que no ve el futuro) me ha dicho que es la pereza acumulada la que me hace dormir.

Y resulta que soy perezosa porque un día me pidió que bajara a la cocina a arreglar la mesa, pero me había quedado dormida viendo Gudetama.

Pensé en bajar de inmediato; lo volví a pensar y me di cuenta de que todavía no era necesario arreglar la mesa, igual el almuerzo todavía no estaba listo.

Cuando me desperté, Gudetama seguía teniendo sus pequeñas crisis existenciales por no querer hacer nada mientras se enrollaba dentro de un tocino; y ya la mesa estaba arreglada para el almuerzo.

mariapaulajulianagarciamoreno
Resaltado
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Un día que me levanté temprano

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Me acosté y como el sueño se tardó en venir, llegó a mí un pensamiento de por qué, tanto para mi hermana como para mí, era tan fácil dormir entre diez o doce horas.

Una vez leí un artículo que decía cuánto debe dormir en promedio el ser humano; eran entre seis y ocho horas. Pero creo que a ese artículo les faltó un estudio a personas como mi hermana y yo. De ninguna manera me conformo con ocho horas; diez o doce está bien.

Aunque no nos hayan tenido en cuenta en ese estudio sobre las horas del sueño de un ser humano, no importa. Solo me gusta tener eso en común con mi hermana.

d i e z o doce está bien.

Hace rato que no venía al documento número dos de Microsoft Word.

No venía porque estaba durmiendo... o lavando la losa.

No venía porque solo hasta ayer, mientras esperaba al sueño, se me ocurrió qué más escribir.

Antes de acostarme, le había mandado un meme a mi hermana, uno de un mico haciendo cara incómoda; arriba de la imagen se leía: cuando te das cuenta de que la cuarentena es tu estilo normal de vida... o algo así, no recuerdo bien.

Se lo mandé y sabía que le iba a causar gracia porque tanto ella como yo, tenemos esa habilidad de no salir de nuestras casas (o de nuestras camas) en mucho tiempo.

Esa misma habilidad hizo posible que en este mismo momento esté escribiendo nuevamente.

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Me dio pereza recordarlas y por eso dejé una parte en blanco. Ese blanco imaginario, vacío, me da la esperanza de que algún día recuerde lo que seguía después de: hermana.

Lo pongo en negrita para que sea llamativo; para que me pueda acordar de que ahí debía de haber otras palabras, pero me dio pereza recordarlas.

Fue un acto de fe pensar que no iban a desaparecer de mi cabeza todas las palabras que aún no habían sido trasladadas al papel.

Pensaba la noche anterior que, si me dormía, las iba a olvidar. No del todo, pero sé que hay cosas que no alcancé a traducirlas a este papel imaginario. Imaginario como las palabras que alcancé a retener en mi cabeza pero que después el sueño sobre cómo mi papá y yo nadábamos en la piscina de compensar, hizo que desaparecieran.

O bueno no desaparecieron, me dio pereza recordarlas.Elegí (aunque no me acuerdo de haberlo hecho) recordar la parte del meme pues era chistoso; también la parte del artículo, pues siempre lo tengo muy presente cuando me levanto y me doy cuenta de que he dormido más de diez horas.Otro día en que no hago parte de ese promedio de personas que duermen entre seis y ocho horas, según el artículo.

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Me dio pereza recordarlas y hacer el esfuerzo para traerlas al papel. Me dio pereza traerlas al papel sobre todo porque no soy buena inventando. Si no son las palabras que pensé la noche anterior, mejor no escribo nada. No me esforcé en ganarle a la pereza de acordarme que había pensado la noche anterior : A lo mejor dejo esa parte en blanco, tal vez así se vea más interesante.

No tiene que ver con que se vea interesante o no, solo tenía pereza.

Tenía pereza y me fui a dormir con mi papá, pues ya era hora de la siesta después del almuerzo.

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Ya es la tercera vez que, aunque tenga las palabras en la cabeza dispuestas a ser traducidas al computador por un acto simple de espichar varios botones que suponen ser las letras del abecedario, acto simple que emplean

mis dedos; me da pereza hacerlo.

Me da pereza hacerlo y vuelvo a pensar : Ojalá no se me olvide lo que pensé esta noche. Que buena frase sería esa, ojalá la alcance a retener en mi mente hasta después de diez o

doce horas de sueño.

Sigo acostándome tarde...o más bien muy temprano.

Cada día mi rutina para irme a dormir se alarga porque una nueva alergia aparece en mi cuerpo; y mientras espero que esa piel reseca y rojiza absorba la crema que me mandó mi dermatóloga, puedo tardar hasta media hora.

Me parece inútil echarme una crema en la espalda para que después la camisa de mi pijama me la quite toda.

Hay que dejar que la crema actúe para después si irse a dormir.

Lo hago, pero nuevamente el sueño tarda en venir.

Ya es la tercera vez que se me ocurre qué escribir mientras estoy

esperando el sueño.

Nuevamente el sueño tarda en venir y vuelven a aparecer en mi mente otras palabras que

podrían ir en este texto.

mariapaulajulianagarciamoreno
Resaltado
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Si me diera cuenta de que me acabo de dormir, no me estaría durmiendo.

Entonces no puedo interrumpir ese acto de pasividad para prender el computador y volver a “activar” mi cuerpo: estaría rompiendo mi rutina, y no me gusta romper mi rutina.

No puedo interrumpir ese acto porque estaría hablando de una incongruencia: Mientras me voy a dormir (pasivo), escribo en el computador (activo).

N o p u e d o a c t i v a r m e p a r a i r m e a d o r m i r .

Tal vez encontré la excusa perfecta.

Pero esperar al sueño puede ser parte de mi rutina, como echarme la crema en la espalda y esperar varios minutos a que se absorba.

Y no me gusta romper mi rutina.

O tal vez es otra excusa.

Una excusa para no pararme de la cama y escribir mientras espero a que el sueño venga a mí.

Creo que irse a dormir es un acto de pasividad. El cuerpo relajado,

caliente, cómodo, lento, esperando a que (sin darse cuenta) entre en un sueño profundo.

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Son dos cuerpos porque ambos ocupan un lugar en el espacio y están separados el uno del otro.Si no existiera esa distancia, entonces solo habría un cuerpo.

Si solo hubiera un cuerpo, tal vez el juego sería más sencillo.Y digo que sería más sencillo porque habría menos reglas.Por ejemplo, se eliminaría esa regla de que sí o sí, el cuerpo pe-rezoso –que babea mucho–, tiene que moverse para prender al cuerpo que registra, activarlo.Y a su vez, si no se activara el cuerpo que registra, el cuerpo perezoso no tendría que moverse.

Pero como se tratan de dos cuerpos,que dependen el uno del otro,hay bastantes reglas que tengo que cumplir.

He estado aburrida, así que inventé un juego. Lo llamo “juego” y no ejercicio porque el primero es más llamativo. Ejercicio era cuando hacía las tareas en el algebra de Baldor. Y no quiero que este “juego” sea otra tarea de ese libro.

En el juego hay varias reglas que tengo que cumplir.Y varios elementos indispensables:

1. Una almohada2. Un cuerpo perezoso, que babea mucho (1)3. Un cuerpo que registra, es decir, una cámara. (2)

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Un juego…el primero

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(1) no logra dormirse

El juego en su primer intento falla.

Hay demasiadas reglas que no se han podido cumplir.

y por ende

con su lente,

al cuerpo durmiente.

(2) no puede registrar,

En el juego, el cuerpo (1) duerme mientras que el cuerpo que registra(2) espera a que suceda algo con ese cuerpo durmiente.

En el segundo intento

Antes de iniciar el juego, el cuerpo perezoso se da cuenta que cuando duerme, babea mucho sobre la almohada.

Pero este solo se da cuenta de cuánta saliva ha salido cuando se despierta. Nuevamente una incongruencia: Solo se sabe que el cuerpo perezoso, que decide dormirse, ha salivado mucho cuando se activa y reconoce que ha salivado mucho.

el cuerpo perezoso decide hacer trampa. ³

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Hay que activar el cuerpo perezoso para que salive; es decir, mientras que esté despierto, hacerse el dormido. Solo de esa manera se tendrá certeza de que ha salivado:

Es por eso que hay que hacer trampa.

Una total incongruencia.

La disposición del cuerpo que registra (2) no cambia de a mucho.

El cuerpo que registra se ha activado también –por el cuerpo perezoso–, pero no ha tenido que moverse tanto como el otro cuerpo. Su único propósito es esperar a que el cuerpo perezoso expulse el exceso de saliva para que pueda ser registrado.

La espera del cuerpo que registra termina cuando la saliva cae. Ahora no solo graba la saliva que expulsa el cuerpo perezoso; también dentro de su quietud la recoge.4

alcanzando así una profundidad absoluta.

El cuerpo perezoso (1) lo coge y lo dispone de tal manera que pueda registrar el momento en que se active la pasividad del acto de salivar.

3La trampa, al parecer, va a ser el gran aliado del cuerpo perezoso. Solo así logrará jugar varios juegos,

4La cámara se ubicó en varios lugares al momento de jugar el juego. Al final, el cuerpo perezoso la puso encima de la almohada.

y hacer varias imágenes.Pero hablaré de ello mejor más adelante…

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Ayer inventé otro juego.Lo llamé juego número dos.

Al igual que el juego número uno (el de las babas), este también tiene unas reglas que hay que cumplir.

Creo que inventé el juego número dos porque me aburrí de jugar el primero.

1. Un lugar para recostarse (sofá, silla, cama)2. Un cuerpo perezoso, que hace la siesta (1)3. Un cerpo que registra, otra vez la cámara (2)

Y otros elementos indispensables:

Había tantas reglas que no podía cumplir si no hacía trampa, que decidí dejarlo por un tiempo. Tampoco terminé de descifrar qué quería con esa imagen de las babas sobre la cámara. Fue un registro de un juego fallido donde se tenía que mover, parar, y activar un cuerpo perezoso que en su momento solo quería dormir.

Si ese cuerpo perezoso pretendía permanecer inactivo/pasivo, al momento de registrar las babas que caían mientras dormía, la cámara que lo registraba no lo permitía.

Solo el hecho de prenderla implicaba que el cuerpo perezoso dejara de dormir,como si la cámara le dijera:

¡ven, parate, muevete y prendeme perezosa!

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El segundo

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Creo que sigo jugando el juego número dos.Tal vez porque ni lo he terminado de inventar.

Este es más fácil, o al menos así parece.

En este juego quise que el cuerpo perezoso (1) se acercara más al cuerpo que registra (2). Tal vez así podría eliminar un poco la distancia que existe entre ellos, intentando que se tratase de un solo cuerpo.

Siguen siendo dos, pero al estar más cercanos, el cuerpo perezoso

–que en este caso hace la siesta–,

ya no tiene que pararse para activar al cuerpo que registra.Ambos estan recostados.

Siempre que hago la siesta, ya sea con mi mamá o mi papá, veo sus barrigas moverse. Se mueven despacio, de arriba hacia abajo y con un ritmo constante.Si me recuesto encima, veo el cielo moverse del mismo modo:despacio, de arriba hacia abajo y con un ritmo constante.No sé si el cielo se mueve así o si las barrigas de mi papás lo hacen mover de ese modo.

Hoy por estar inventando el segundo juego no hice la siesta después del almuerzo. También me perdí el movimiento que la barriga provocaba en el cielo.En vez de eso salí al balcón a registrar el cielo.

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En el, hay dos sillas verdes para los días que hacen sol.

Si nos quedamos dormidos, es hasta mejor.

A pesar de que somos cinco en la familia, solo hay dos sillas en el balcón para no acaparar todo el espacio. Casi nunca encuentro las dos sillas ocupadas, y hoy que salí a registrar el cielo, no fue la excepción. Decidí que ese era el mejor momento para jugar el juego número dos, pues había un cuerpo que quería hacer pereza –y a su vez evadir las tareas que tenía que realizar en ese momento: tender la cama o doblar la ropa–, y otro cuerpo que disponía de una bateria completa para registrar al cuerpo perezoso, que hace la siesta.

A eso de las tres, o cuatro de la tarde,

es delicioso recostarse allí y mirar el cielo.

Me recosté en la silla más cercana a la puerta y empecé a jugar el segundo juego.

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En el primer intento el cielo no se movió de arriba hacia abajo. Más bien casi que ni se movió, a pesar de unas dos o tres nubes que pasaron en frente de ambos cuerpos.5

Para el segundo intento deduje que solo yo, o mi propia barriga lograría ese movimiento vertical. Si quería verlo, necesitaría nuevamente del cuerpo que registra, es decir, de su lente.

Si quería volver a ver ese movimiento, necesitaba cambiar de lugar el cuerpo número dos.

Pero no me servía de nada un lente fuera de mí.

5El cuerpo perezoso se hallaba recostado y a su lado se encontraba el cuerpo que registra.Ambos miraban al cielo.

Con el segundo juego no hice trampa, o bueno no mucha.

En este caso, la barriga que sube y baja de esos cuerpos que hacen la siesta después del almuerzo.

Se movió porque yo decidí que se moviera, exagerando mi respiración para que la cámara (que ahora se encontraba encima de mí) se moviera al mismo tiempo que mi barriga.

Sabía que tendría nuevamente que imitar algo del cuerpo durmiente.

El resultado fue el que esperaba: el cielo se movió de arriba hacia abajo.

mariapaulajulianagarciamoreno
Resaltado
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El cuerpo perezoso no pudo hacer la siesta por estar respirando exageradamente.

El cuerpo que registra simplemente se dejó llevar por el movimiento vertical de la barriga.

Después de ver desde el lente el cielo moverse de hacia arriba

abajo,

como lo haría un cuerpo perezoso que hace la siesta; decidí entrar a la casa.

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Ya se había ido el sol del balcóny los mosquitos empezaban a molestarme.Entré y decidí dormir un rato en el sofá.

Todavía no hallaba la manera de seguir las reglas de los juegos sin hacer trampa.

En el primero, el cuerpo perezoso –que babea–, fingió dormir para salivar sobre la almohada y sobre la cámara.

En el segundo, el cuerpo perezoso–que hace la siesta– decidió respirar lo más fuerte que pudo para que la cámara registrara un movimiento específico en el cielo.

Ahora, después de concluir que seguiría haciendo trampa, decidí dormir para evadir todas las preguntas

que me generaban los juegos.

En ambos casos, el cuepo perezoso tuvo que realizar diferentes actividades que implicaban moverse (y por ende dejar de hacer pereza).

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Una vez leí un artículo que decía que las personas perezosas son aquellas que sustituyen con cualquier otra actividad

más entretenida (como dormir), cualquier tarea que tengan pendiente.

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He leído varios artículos (tal vez unos falsos) sobre los diferentes estudios que se han hecho sobre la pereza. No creo que todos sean verídicos, menos porque no hay que creerle a todo lo que sale en internet. Si el artículo viene de una página con un nombre como: www.tumedicinadeverdad.com/qué-viva-la-pereza, su contenido probablemente sea falso. Pues no creo que una página que aparece en los anuncios de facebook (esos que nadie ve), contenga toda la verdad sobre la medicina.

Sin embargo, me divierte leer esos articulos porque así justifican los autores de dichas páginas que está bien hacer pereza; como si el ser perezoso les causara una culpa enorme, que tienen que contraargumentarla con extensas listas de todos los beneficios que trae consigo la pereza.

No digo que todo lo que leo en internet sea falso. El otro día me encontré con un artículo de la BBC en que hablaba de por qué el ser humano debería ser más parecido al perezoso. El título me enganchó: La genialidad de la actitud relajada de los perezosos y por qué te conviene imitarlos.

Este comenzaba argumentando que en la vida moderna se busca cada vez más incluir diferentes actividades en cada momento de nuestra exitencia, como si quisieramos eliminar cada espacio vacío de nuestras vidas.

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Después nos preguntaba a nosotros, los lectores, por qué queríamos movernos, y si lo hacíamos, ¿por qué tenía que ser con tanta rapidez? Si la energía es lo más importante para cualquier animal, ¿por qué desgastarla yendo tan rápido?

La respuesta a esas preguntas planteadas por el artículo de la BBC era simple: En ese sentido, no hay duda que el animal más eficiente es el perezoso: oficialmente son los mamíferos más lentos del planeta.

Esta respuesta fue respaldada por varios argumentos:1. Son lentos y tienen mejor digestión.2. Son lentos y así evaden a sus depredadores.3. Son lentos y muy longevos (como las tortugas).

Al terminar el artículo sentí una especie de satisfacción.1. ¡Que bien! Soy perezosa porque tengo buena digestión. 2. ¡Que bien! Soy perezosa y hasta el momento ningún depredador me ha cazado.3. ¡Que bien! Soy perezosa porque voy al paso de tortuga; probablemente viva muchos años.

Al parecer ser lenta, dormir mucho, no moverme, reducir mi actividad al mínimo y tener buena digestión me hacen una perezosa de lo más eficiente. Pues resulta que en todos estos actos que consideramos ineficientes, hay mucha actividad.

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Uno o dos juegos, la BBC y los libros de biología que tal vez también leyó

Chantal Akerman.

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A pesar de que la BBC me aclaró muchas preguntas, todavía tengo unas diez, qince o veinte que el artículo no me ha podido responder.

No sé si escribirle al autor mis preguntas,

La única diferencia que hallo entre el perezoso y yo, es que ese animal no se ha puesto a jugar los mismos juegos que yo. Si fuera así, tal vez quedaría con las mismas dudas. 1. ¿Cómo puedo inventarme un juego donde no tenga que pararme, moverme y activarme para accionar ciertas condiciones de los cuerpos perezosos (que duermen, babean y se mueven poco)? 2. ¿Cómo puedo no activar aquellos estados pasivos del cuerpo que hace pereza, para darme cuenta de que son estados pasivos? 3. ¿Cómo puedo hacer, sin la necesidad de ser consciente de que tengo que hacer?

o tal vez tenga yo que responderlas.

No lo sé.Por ahora quiero volver a la silla que me regaló mi mamá que quiero desechar.

Pero ahora volveré a dormir y tal vez así pueda soñar con las respuestas.

La quiero desechar porque es muy cómoda y me hace dormir.

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Sigo en la silla que me regaló mi mamá.

Inmovil,

como si fuera Bartebly el escribiente negándose a irse de la oficina.

Una compañera me ha dicho que tal vez la silla es el mejor lugar para pasar el confinamiento. O el fin del mundo…como dice ella.

Para mí es el inicio inagotable de la pereza. Además, pareciera inagotable porque no dejo de tener pereza, Muchas veces es más sueño que pereza, pero ambas resultan en estados pasivos del cuerpo.6

La otra vez encontré en un libro de biología del colegio en donde se hablaba de los cuerpos pasivos. Desde la pagina 183, el libro nos enseña que un cuerpo con un sistema nervioso pasivo es aquel que se relaciona con el descanso, la relajación, la buena digestión y el poco movimiento. Esas características las poseo yo cuando hago pereza.

Es más, después de ver a Chantal Akerman en su cama en 1986, podría decir que también posee esas características. Pienso: seguro se leyó ese libro de biología donde explican el sistema nervioso del cuerpo pasivo. Al terminarlo, decidió prender una cámara frente a su cama.

Y también los perezosos.

Pero no creo que esto sea el fin del mundo.

o sueño.

6 Repito: también llamo pereza a mi exceso de sueño por la vez que no ayudé a mi mamá por quedarme dormida viendo Gudetama. Desde ese día quedé como la perezosa del confinamiento.

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136 137

No sé si ella tenga buena digestión o no; pero por lo que pude ver en ese primer minuto concluí que podríamos tener cosas en común.

Ambas tenemos una cámara.

Ambas le hablamos a la cámara (a veces).

Ambas nos grabamos en la cama.

Y ambas no queremos pararnos de la cama.Pero más allá de pensar que tenemos cosas en común, o que hemos leído los mismos libros de biología, creo que le doy importancia a ella porque de cierta manera me dio una respuesta a mis diez, quince o veinte preguntas.

Para hacer una película,

…y vestirte.

tienes que pararte

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138 139

Retomé el primer juego:

Lo retomé, pero le cambié algunas reglas.

Esas reglas hicieron que ahora el juego haya terminado en un dibujo.

Un dibujo de unas salivas que obligué a salir.

Las obligué a salir porque esperar pasivamente a que salieran por su cuenta me aburrió.

El primer juego terminó en un dibujo.Un dibujo tramposo. Un dibujo tramposo de unas babas escupidas.Unas babas que al esconderse de mí, las tuve que escupir.

Las babas,

la cámara

y la almohada.

Las escupí y ahí supe que tenía que acabar ese primer juego.

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142 143

Pareciera que siempre que quiero imitar alguna dinámica de mi cuerpo perezoso y durmiente, fallo.

Ese es el problema: imitar.Si imito, ya no tiene sentido el juego.

El cuerpo perezoso –que se vuelve pasivo–,

al imitarse como pasivo…

O el cuerpo pasivo, al registrarse mientras imita a ese mismo cuerpo pasivo, entra en una gran paradoja.

Parece imposible para mí que ese cuerpo pasivo que registro, no se active cuando lo registro. Se activa porque imitar una acción de los cuerpos durmientes, requiere cierto grado de “alerta”. El cuerpo durmiente (que ya no es durmiente), tiene que estar alerta a cómo imita y registra a aquel cuerpo durmiente.

Nuevamente toda una paradoja.

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Pienso nevamente en Chantal Akerman y sus sabias palabras:Para hacer una película,

Si la pongo en mis términos, sería así:

Para hacer imágenes de cuerpos durmientes,

Después de inventarte el juego,

Si no puedes seguirlas,

tienes que pararte

…y vestirte.

inventate un juego.

intenta seguir las reglas.

recurre a la trampa.

¿Ves?, solo has hecho trampa porque te haz planteado el juego de una manera en que es imposible seguir sus reglas. Tienes que hacer trampa, y para ello tienes que activarte.

LevantateMueveteRegistrate

Y repite nuevamente el juego hasta que te des cuenta de que se trata de una paradoja.Solo parándote lograrás hacer imágenes de gente que no quiere parase.

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Creo que dicha paradoja no existiría sino hubiera creado

Y el problema es que cuando los creé, tenía presente dos cuerpos. Si solo hubiera uno, no habría tal paradoja, ni tampoco ningún juego. Si solo existiera el cuerpo perezoso (1)…ni siquiera debería preocuparme por registrarlo. Simplemente haría pereza, dormiría, babearía y ya. Pero si solo hiciera eso, no tendría de qué escribir en este texto.

Pareciese que la culpable (sin darle una connotación negativa) de dicha paradoja es el cuerpo que registra (2).

uno

o dos juegos.

Antes mencionaba que la cámara es un cuerpo. Esto se debe a que, además de ocupar un espacio determinado, también tiene dinámicas como las de los cuerpos durmientes. Pasiva, esperando a que ocurra algo con el cuerpo perezoso (1).

Pero también es un cuerpo, porque es el único capaz de crear cierta tensión con el otro cuerpo. La cámara, o el hecho de registrarse, hace que mi cuerpo perezoso, que duerme y babea, entre en la paradoja ya mencionada. Es la que me obliga a salir de mi propia pasividad, para registrar aquella pasividad.

Imitarla.

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Es imposible grabarme mientras mi cuerpo sigue durmiente, quieto y perezoso; pues para ello, tengo que pararme y prender la cámara.

La cámara y el registro me retan. Me retan a jugar juegos que no puedo jugar bien. No los puedo jugar bien porque hay reglas que no puedo cumplir.

No poderlas cumplir es lo que me hace volver aquí.

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La entrevista que algún día quiero que claroTv me haga

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Por el confinamiento ahora veo mucha televisión.Esa que veía cuando tenía como siete o nueve años.Bob esponja, Hannah Montana y sobre todo Zac y Cody, mi favorita.

Pero de no ser por el confinamiento, no me habría dado cuenta de que mis papás nos cambiaron de Directv a Clarotv. Y lo odio.

Lo odio porque ahora me toca volver a memorizar los canales. Y todos comienzan en los mil, no entiendo por qué. Además de eso, cada vez que prendo el televisor, me aparece la misma propaganda fastidiosa. Esa de los artistas medio famosos insistiéndoles a los espectadores de Claro que se queden en la casa, se relajen y vean películas.

Pareciera que el relajarse, o tener momentos perezosos ahora se volvió un tema de entrevista.

Todo un ritual. Toda una preparación para tener momentos perezosos, pasivos.

Como echarse a un sofá, escoger la mejor cobija y qué película ver.

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Me gustaría que a mí también me hicieran una entrevista. O tal vez tenga que ser yo la que me haga la entrevista. En esa no hablaría de qué películas me gusta ver un sábado o domingo perezoso. Tampoco compartiría mi receta favorita para ver películas.

De que ahora me inventé un par de juegos.Juegos que resultan ser fallidos porque siempre hago trampa.Pero me gusta que sean fallidos, pues denota cierta imposibilidad a la hora de jugarlos.

Son juegos fallidos en los que intento jugar a ser un cuerpo perezoso.Uno que no quiere moverse, ni pararse.

Una acción que implica cierta actividad (como moverse, o pararse). Cierta actividad que emplea mi cuerpo que

Hablaría de mis juegos.

Pero jugar es una acción.

decideser perezoso.

Pero que deja hacer pereza cuando le toca pararse a jugar con una cámara presente.

sin que me active.

Eso es lo bello: que es imposible jugar a crear imágenes perezosas.O crear imágenes desde la misma pasividad del cuerpo,

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De pronto las imágenes que he encontrado en Google sobre la pereza son erroneas.

sino excesivamente activa.

De pronto no soy perezosa,

Excesivamente activa intentando buscar cómo puedo ser pe

rezosa.

Perezosa frentealacámara, Perezosa

con la cámara. Y

entre

más

pereza

intento

hacer

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Supongo que seguiré siéndolo.

más activa me pongo.

Así como seguiré buscando otros juegos fallidos.Pero por ahora volveré a mi silla favorita.Esa que algún día quiero desechar por cómoda.Pero por cómoda es que todavía no la he podido desechar.

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Dejé la silla por un tiempo.

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Tal vez mucho tiempo.

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Podría decir que es el primer intento por desecharla.

Pero no,

todavía sigue arriba esperando a que vuelva a sentarme en ella.

Pero la dejé por un tiempo y me trasladé a mi cama.

Descubrí que era más fácil dibujar desde ahí.

Y más cómodo.

Más cómodo porque no necesito muchos elementos.

Solo de mi cuerpo, una almohada y una sábana (o un pedazo de papel, por si nos quedamos sin sábanas). Aunque todavía no llega el día en que pase eso.7

Pero la cantidad de sábanas manchadas con lápices acuareables si ha aumentado.

Tanto que mis papás dejaron de prestarme las suyas.

Así que tuve que coger las de mis hermanas.

7 Pronto sucederá por otra trampa que decidí hacer: esconder mis cobijas para tener que arroparme con papel.

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Ellas ya no viven conmigo.

Sus camas (y sábanas) siguen intactas desde la última vez que las tendieron,

mientras que la mía sigue acumulandoy acumulandoy acumulando y acumulandoy acumulandoy acumulandoy acumulando y acumulandoy acumulandoy acumulandoy acumulando y acumulandoy acumulandoy acumulandoy acumulando y acumulandoy acumulandoy acumulandoy acumulando y acumulandoy acumulandoy acumulandoy acumulandoy acumulando y acumulandoy acumulando

*Las sábanas destendidas *El calor recogido *Las medias caídas*Las babas en la almohada*El olor a sábila y crema humectante *La oscuridad que persiste por los blackouts en la ventana

todos los rastros de un cuerpo perezoso:

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182 183

Por eso tuve que abandonar la silla que quiero desechar,pues en mi cama había más posibilidades de crear una imagen desde la pereza. Aquella que no quiere alejarse de mi cuerpo. Y como no quiere alejarse, decidí dejar una huella.

Una huella en un dibujo, o en un registro de un dibujo.

Un dibujo que respira, que babea, que espera,

Que en todas sus posibilidades sigue siendo un dibujo de una presencia.

Una presencia perezosa.

que duerme,que se seca…

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El día que me copié de Zíngaro o cómo escondí las cobijas de mi cuarto

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De mi cama a la lavandería de mi casa hay unos diez

Son diez

que siempre olvido barrer, razón por la cual están llenos de los pelos de Zíngaro.

escalones.

escalones

De suerte me acordé de barrerlos el día que quería

Ya había bastantes.

Algunos muy arrugados,otros muy mojados por las babas (o escupitajos),otros llenos de aceite, y algunos otros llenos de sábila

bajar a colgar unos dibujos que tenía en mi cuarto.

de noches anteriores.

No quería que se pegaran

unos

con otros

y justo ese día encontré la lavandería vacía.

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Una vez colgados en la lavandería todos los dibujos,

me puse en la tarea de contarlos.

Ahí estaban todos los que había hecho con Zíngaro,

mejor dicho los que había hecho él.

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192 193

Ya había pasado un tiempo desde que dejé de jugar el par de juegos que inventé.

Me había aburrido de jugarlos y a su vez había entrado a “vacaciones”.

La verdad para mí no se sintieron como tal unas vacaciones porque llevaba haciendo lo mismo desde hace varios meses.

Lo único que cambió es que mi hermana vino de Bogotá a quedarse varios días.

Llegó

y me dediqué a ver series con ella mientras hacíamos arepas.

Otra razón por la cual dejé de jugar los juegos.

Mientras armabamos y la masa de la arepa,

noté lo mismo que Pávlov notó un siglo atrás: Zíngaro, mi perro, no paraba de babear.

Como ya había todo un análisis sobre los reflejos condicionados, no me pregunté por qué a Zíngaro se le escurrían las babas.Sin embargo, si pasó por mi mente la siguiente cuestión

a

masabamos

una que ya me había planteado antes:

¿Será que Zíngaro se da cuenta del charco que sus babas han hecho en el piso?

¿Será que cada vez que ve una arepa, se dice a sí mismo, tengo que babear para formar un charco en el piso?

¿Será que se ha dado cuenta de que la única manera de formar un charco en el piso es si babea en grandes cantidades?

Sé que no tendría respuesta por parte de él, pero al menos tuve un indicio de todo lo que podía hacer con sus babas, empezando por los dibujos.

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194 195

Al día siguiente lo encontré en el patio dormido debajo un árbol.

Estuve con él como una hora en la que no hizo más que dormir.

De vez en cuando se paraba

y se cambiaba de puesto.

Cada vez que se movía era la oportunidad perfecta para cambiarle el papel que había bajado conmigo ese día.

Se lo puse debajo del estomago,

De sus patas,

De su cola,

Y de su hocico.

Al pasar un par de minutos, las babas de Zíngaro volvieron a escurrir, esta vez encima del papel.

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197

Después de tan grande acontecimiento concluí que Zíngaro era mejor jugando los juegos que había planteado.

Él no tuvo que escupir un papel para decir que mientras duerme babea mucho,

tampoco tuvo que pararse para prender la cámara que lo registraba.

De eso me encargué yo.

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198 199

Ya habiendo colgado y contado los dibujos de Zíngaro, proseguí a contar los que había hecho

dentro de mi cama, el día que fingí que habían desaparecido las cobijas de mi cuarto; razón por la cual tuve que arroparme con varios papeles edad media.

Ese día que hice trampa con las cobijas –pues las escondí–, terminé con unos veinte dibujos hechos.

Qué productividad…

Y qué trampa…

Si no hubiera escondido las cobijas de mi cama, para tener que arroparme con el papel más ordinario, habría dormido unas

así como nos gusta a mis hermanas y a mí.

Pero no se puede comparar un simple papel edad media con la cobija de princesas qué compré en esas tiendas especializadas en cobijas…

y al parecer también en princesas.

No se pueden comparar y después de esa horrible noche entendí que tampoco se podían remplazar unas cosas por otras. Por eso esa noche no dormí nada. Extrañaba mi cobija de princesas por lo cómoda y caliente que era. Contrario a ese papel amarillento,

rígido

diez u once

horas

y delgado, que dejó entrar el fríoa cada parte de mi cuerpo.

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200 201

Supongo que por hacer trampa no preví que me esperaba una noche

l a r g a Y aburrida.

E incomoda.

Y despierta. Sobre todo, despierta.

Ya en la lavandería, con casi todos los dibujos colgados,

y contados, decidí clasificarlos por momentos:

Cuando dibujó Zíngaro,

cuando dibujé en mi cama,

cuando dibujé con Sábila,

o encima de la hamaca.

Pero una vez colgados, no pude clasificarlos sin pensar qué dibujo había hecho sin trampa.

Ninguno.

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Las tortugas, las liebres, y cómo nos enseñaron a ser lentos…

y a veces tramposos.

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212 213

Los

pasos

tortuga

de

los aprendí en el colegio.

No sé si me los enseñaron mis compañeros de clase o los profesores, pero sí tengo la certeza de que tenían que ser pasos de tortuga

(y no de ningún otro animal),pues la tortuga era uno de los animales más lentos.

¿Como sabía eso? Por la fábula de la liebre y la tortuga.

Esa en que la liebre, a pesar de ser muy rápida, pierde la carrera contra la tortuga –el animal más lento de ese bosque ficticio–, por exceso de confianza. Se supone que esa fábula nos enseñaba a no burlarnos de los demás, y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo.

Esa enseñanza no fue suficiente para mí.

Y no porque yo fuera la clase de niña que se burlaba de los demás, sino que todavía no me quedaba claro quién había decidido que la tortuga tenía que ser más lenta.

¿Qué hubiera pasado si el día de la carrera, la liebre hubiera estado enferma, razón por la cual no hubiera podido correr tan rápido?

Es más ¿cómo podemos estar seguros de que la tortuga no hizo trampa?

¿será que el que creó la fábula no pensó en hacerle antes una prueba de dopaje a ambos animales?

No lo sé, pero en el momento en que los profesores nos enseñaron esa fábula, todavía no sabía como estructurar esas preguntas; es más creo que ni sabía todavía que era el dopaje.De modo que me quedé callada y acepté que la tortuga tenía que ser la más lenta.

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214 215

Si los profesores, que, por ser adultos y profesores saben más que yo, seguramente tienen la razón: la tortuga es la más lenta porque lo dice la fábula,

y los libros de animales para colorear, y las canciones infantiles para cantar.

Por todas esas imágenes que me enseñaron en preescolar, entendí que ciertos animales son más rápidos que otros y que hay cosas que son mejor no preguntar. Si pudiera devolverme al día de la fábula, le diría a mi profesora de Kínder C que la niña de tres nombres, la calladita que está en el tercer puesto de la fila izquierda, tiene una pregunta que todavía no ha podido formular bien…no comprende por qué la tortuga tuvo que ser la más lenta.

¿Por qué tenían que basarse en la rapidez de otro animal para determinar la lentitud de la tortuga?

¿Con qué criterios le otorgaron a la tortuga ese “poder” o “maldición” de ser lenta?

Nunca lo iba a saber…y al cabo de un tiempo me dejé de preguntar esas cosas.Solo fue hasta unos meses que vi un video, que me acordé de la fábula de la liebre y la tortuga…y lo poco que sabía sobre formular preguntas.

Cada vez que hablo de la tortuga…o de mis

pasos

de

tortuga,

la gente me responde lo mismo: mírate Walker de Tsai Ming-Liang. Después de que terminan (enredados) de pronunciar su nombre, yo prosigo a hacerme la sorprendida, como si nunca antes hubiera oído hablar de ese corto. Lo vuelvo a buscar, y decido mirar fragmentos de él.

Casi nada ha cambiado desde la primera, segunda, o tercera vez que me lo vi. El monje sigue caminando lento por las calles de Hong Kong con una bolsa y un sánduche en la mano, que termina comiéndose al final del video.

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216 217

La única diferencia es que, para esta última vez que me lo vi –esta última antes de sentarme a escribir–, reduje el tiempo del corto de casi veintiséis minutos a unos tres.

La razón:

tenía afán porque ya es septiembre, y el texto se entrega en noviembre.

Vuelvo a pensar en la fábula, y concluyo que lo más probable es que a Tsai Ming-Liang también se la hayan enseñado.

De pronto hasta también le enseñaron los

pasos

de

tortuga.

Pero los pasos de tortuga que le enseñaron, o al menos esos que da el monje, son aún más lentos que los míos.

Al parecer entre los lentos, también hay rápidos. Y entre más tortugas encuentre, más pienso que puedo ser una liebre.

Me gusta pensar que tal vez Ming- Liang o Andrei Tarkovsky,o Béla Tarr, o Theo Angelopoulos,o Chantal Akerman.o muchos otros directores,

Eso es porque dentro de su lentitud, han alcanzado algo: producir películas lentas que hacen parte de un género específico; un género que va l e n t o .

Son lentos, y supieron mostrarnos cómo se es lento. Y no sé como hayan aprendido ellos esto, pero al parecer tenemos la misma concepción de qué o quien es el lento: aquel que va a pasos de tortuga, y por ello toma más tiempo.

se han sentido liebres también.

Y si toma más tiempo, significa que su recorrido se hace más extenso.

Y si su recorrido se hace más extenso, más duradera tiene que ser la escena/plano/toma o video.

Y entre más duradera sea la escena/plano/toma o video, más tardamos en decir corte, terminamos.

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218 219

Sin embargo, por más lentos que seamos siempre logramos decir corte, terminamos; al igual que la tortuga, llegamos a la meta. O lo intentamos.

Aprendimos por imágenes, cuentos, canciones, fábulas, etc. lo que significaba ser lento.

Lento es aquel que no va a la misma velocidad de otro; por ejemplo, aquel que al caminar, contrasta totalmente con la ciudad que corre velozmente alrededor de él.

Si Chantal Akerman se encuentra en una cama, y nos dice que para hacer una película toca pararse y vestirse, pero que lo difícil es pararse y vestirse…por sus palabras, y por que sigue en la cama, entendemos que tiene pereza.

Los que hemos sido lentos, o perezosos, logramos siempre llegar a nuestra meta. Así hagamos trampa, o usemos excusas para no pararnos, tenemos claro que basta con poner una cámara y esperar…

esperar muy lentamente, a que algo suceda…

Cuando vemos que ha pasado una cantidad de tiempo, y comparamos nuestra lentitud con otros escenarios más veloces –por ejemplo, las películas de acción famosas de Hollywood–, sabemos que hemos logrado algo: llegamos a nuestra meta, como la tortuga, sin necesidad de ir más rápido de lo que necesitamos.

o que nada suceda.

Pero,

¿hasta que punto sentimos que somos lentos?

Por la imagen que se presenta ante mis ojos entiendo que el monje en Walker, es lento.Como también que Chantal Akerman tiene pereza.Es más, si me extiendo un poco también veo la lentitud en las películas de Tarkovsky.Sobre todo, porque he leído lo que para él significa realmente la labor cinematográfica.

No se puede separar la imagen cinematográfica

en contradicción a su tiempo natural,

extraerla del flujo del tiempo.

Pues una imagen cinematográfica solo será

“realmente” cinematográfica

–entre otras cosas–

si se mantiene la condición imprescindible

de que no sólo viva en el tiempo,

sino que también el tiempo viva en ella. 8

8 Andrei Tarkovsky. Esculpir en el tiempo, pg 89.

¿cuándo dejamos de ser tortugas y nos volvemos liebres?

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220 221

Tienes pereza de levantarte,

pero ya te has levantado a grabar

El tiempo pasa y sigues echada,

Leo nuevamente estas palabras, mientras me encuentro recostada en el sofá del estudio, sin ganas de hacer nada.

Pienso: no quieres hacer nada, pero ya ubicaste una cámara frente a ti siguiéndote en ese tiempo estático, alargado…lento.

la pereza que tienes de hacer algo.

casi nada a tu alrededor parece lo suficientemente interesante como para que te muevas.

No lo hagas,

sigue quieta.

No te pares

y menos te atrevas a cortar la imagen.

Deja que siga, es necesario que siga.

No separes esa imagen de su tiempo real…déjala.

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Quiero hacerlo.Sigo las palabras que Tarkovsky.No me muevo, no me paro, ni menos corto la imagen.Voy realmente a pasos de tortuga, hasta que escucho un “click” en la cámara que me avisa que el video se ha detenido.

Llegan a mi las palabras de Chantal Akerman otra vez:para hacer una película tienes que pararte…y vestirte.Y también…tener suficiente memoria en la cámara. Y para tener suficiente memoria en la cámara, hay que pararse a revisarla.

Tras interrumpir el acto de no hacer nada en un sofá –un acto que podría ser parte de un ritual–, por la pereza que se tiene;pienso que nadie se salva de la paradoja: para hacer imágenes de cuerpos perezosos,

l e n t o s y pasivos, hay que activarse.

Pues, de cierta manera, dentro de esa lentitud en la que me encuentro, tengo que ser rápida;o al menos más rápida que la poca memoria que le queda a la cámara.

¿Qué pasaría si por ser tan lentos dejamos que el resto de cosas que suceden a nuestro alrededor sobrepasen nuestras velocidades?

Para mí, si llegase nuevamente a grabar ese mismo sofá en el que me encuentro echada, sin ganas de pararme a revisar la memoria de la cámara…llegaría un momento en que esta se agotara, imposibilitando ese seguimiento que se hace a mi pereza y lentitud.

Y si no hay tal seguimiento, no habría imagen.

Y sin imagen, se me dificultaría más hacer un proyecto.

Y sin proyecto, no podría graduarme.

En conclusión, de cierta manera estoy condicionada a otras velocidades.Otros tiempos que en un momento imposibilitan mis ganas de hacer nada, De ir lento como un perezoso…o una tortuga.Y sin un afán por llegar a la meta.

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Porfín la tortuga llegó a su meta:hablar de la trampa.

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No suelo ser tramposa.

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232 233

De las veces que hice trampa en el colegio, dos me cogieron. En una, me anularon el examen y casi pierdo biología y en la otra me dijeron que esos valores no iban con lo que representaba el colegio:

“Somos ciudadanos del mundo; inculcamos la justicia, el amor, la responsabilidad y sobre todo el respeto”

Al parecer al hacer trampa, estaba irrespetando no solo a mis compañeros, ni a mis profesores; sino a la institución como tal. Espero esta vez no irrespetar a la institución, pero los pasos de tortuga se me están agotando y tengo que graduarme.La única manera que hallé para hacerlo era con trampa:

fingiendo babear en las noches, cuando en verdad simplemente escupía sobre un papel;

fingiendo que hice la siesta en el balcón, cuando en verdad exageré mi respiración;

o fingiendo dormir la noche entera, cuando en verdad el ruido del papel me despaviló.

Con la última, la trampa fue haber escondido las cobijas con las que me arropo cada noche. Así como cuando escondía la comida debajo del pupitre en el salón.

La primera con la excusa de tener que arroparme con el papel y así producir (muy activamente) un dibujo de un cuerpo durmiente que se arropa.

La segunda, con la excusa de poder comer en clase sin que los “teachers” se dieran cuenta.

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Porfín la tortuga llegó a hablar de la trampay de por qué se copío de Zíngaro.

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242 243

Mi hermana me dijo la otra vez que no estaba haciendo trampa al hacer mis dibujos. Me dijo que Zíngaro no tenía cómo entender que me estaba intentando copiar de sus dibujos de las babas.

“Es un perro, un perro no sabe qué es hacer copia…menos qué es la trampa”.

Me recordó de todas las veces que nos hemos burlado de la gente que les pone ropa a sus perros o los lleva en coche en centros comerciales.

Y la peor: llevarlos al psicólogo porque ladran mucho.

Me recordó lo ridículo que era ese intento por humanizar a los perros, como si la humanidad se hubiera cansado de su propia especie, que tenía que buscar nuevas alternativas para sentirse a gusto.

Tener un perro que se llame Toby,

Pero me salí un poco del tema.No quisiera hablar de cuan locos estamos los humanos.O cuan feos se ven los perros con sacos.Simplemente quería acordarme de la vez que mi hermana me dijo que estaba humanizando a mi perro por sentir que había hecho trampa.

que va al colegio como cualquier otro niño,

que se pone sacos de lana

y que además pasea en choche,

pareciera ser la solución para la humanidad.

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244 245

Es cierto, mi perro no sabe que hice trampa; y yo no debería sentir que hice trampa por copiarme del modo en que mi perro hizo sus dibujos con babas.

Pero decir que hice trampa me sirve como excusa para hablar de aquel dilema en el que me encuentro.

La diferencia entre Zíngaro y yo, es que no tuve que ordenarle a él que se durmiera para que me hiciera un dibujo. Con él las dinámicas fueron diferentes.

Entré a su casa, lo encontré dormido y sigilosamente le puse el papel debajo de su cuerpo.

Repetí varias veces ese ejercicio y en ningún momento tuve que decirle que se durmiera para completar el dibujo.

Después de eso, me subí al estudio a “copiarme” de él.

El problema era que no me hallaba dormida, por lo cual no podía ponerme sigilosamente un papel debajo de mi cuerpo.

Esa era la trampa a la que me refería; que, por no ser Zíngaro, tuve que fingir que hacía un dibujo dormida.

Zíngaro no lo sabe, y por eso tampoco me puede juzgar por mentirosa como lo hacían en los colegios cuando me copiaba en los exámenes.

Pero de cierta manera, la trampa…o lo que yo he decidido llamar como trampa, me ha permitido seguir dibujando…y grabando.

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248 249

Quisiera ser Zíngaro.

Quisiera ser él y no preocuparme por cómo se hacen las imágenes perezosas.

Simplemente dormir y dejar que todo fluya.

Lo cierto es que él no tuvo que hacer mucho para dibujar babas sobre un papel.

Tampoco para hacer el mejor dibujo que he visto en todo este tiempo.

Y menos para que lo considere el mejor dibujante.

En cambio, yo:

Yo si tuve que hacer mucho.

Y sigo haciendo mucho.

Y me he demorado mucho.

Es más…

sigo demorándome.

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La pulguita del Saint George (o cómo despertar a cuerpos que fingen estar durmiendo)

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254 255

No recuerdo el día con exactitud que mi papá se dio cuenta que las mañanas para mis hermanas (y para mí) eran para ir a

paso de tortuga.

Si fuera por él, o por mi mamá, nos dejarían ir a ese paso mientras nos alistamos para el colegio.

Pero como no dependía de ellos el horario de entrada del colegio, sino de un director psicorrigido, tuvieron que hallar la manera de acelerar la rutina de alistamiento.

Además, como no podían ser ellos los que nos llevaran al colegio, nuestra velocidad a la hora de alistarnos también dependía de la velocidad con la que llegara la ruta.

Recuerdo que en un libro de Milan Kundera, el autor comenta que la revolución técnica le ha brindado un nuevo éxtasis al hombre:

la velocidad.

La veolcidad éxtasis (así lo nombra Kundera), ocurre cuando el hombre delega la facultad de ser veloz a una máquina, quedando su cuerpo a merced de esta.

El director psicorrigido de mi colegio le delegó a unas cuarenta y siete máquinas, o autobuses, su facultad de ser veloz para tener una mayor eficacia. Pues llegar a tiempo a la asamblea general, esa que empezaba a las siete de la mañana, dependía plenamente de la velocidad con la que los niños se arreglaran, seguida de la velocidad que el conductor empleara en el autobus.

Entre más rápido llegaran los niños, más fácil era empezar la asamblea a tiempo.

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256 257

Al estar mis hermanas y yo dentro de esa red de velocidades –todo con el fin de complacer al director psicorrigido al llegar temprano–,

la pulguita

del Saint George tuvo que aparecer.

Mi papá la creó, pero según él la pulguita ya existía.Ya existía pero solo la conocimos cuando llegó a nuestras camas por un contrato que había hecho con el director psicorrigido para despertarnos.

Si nos despertaba a tiempo y nos apuraba, estaríamos listas a tiempo para la ruta.

El único problema con la pulguita es que no tenía voz para apurarnos, razón por la cual mi papá tenia que entrar como un interlocutor.

Las traducciones que mi papá nos hacía de la pulguita, nunca se me olvidarán:

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La pulguita del Saint George se trasladó

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Claroooooo…¡La trasladaron!

La trasladaron y muchos años después volvió a trabajar con nosotras.No sé muy bien por qué nos tocó la misma pulguita;pero llegó justo el mismo día que mi hermana entró a una maestria en la Javeriana…y que yo tenía que madrugar para entrar a clase.

La pulguita se retiró del colegio un tiempo después. Por muchos años pensé que se había jubilado,pero no fue hasta unas semanas atrás que me di cuenta de que mi suposición había estado errónea.

No se jubiló…

Ni tampoco la echaron del Saint George.

Tuvo un traslado repentino a otra institución. Si no es porque mi papá un día decide entrar sorprendido a mi cuarto diciendome:

¡la pulguita del Saint George es ahora la pulguita de la Javeriana!

Nunca me hubiera enterado de su traslado.

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270 271

No la puedo culpar por no haberme alcanzado a peinar bien; o por si todos me dicen que por lenta no alcancé a desayunar…

Recuerda: ella sólo está haciendo su trabajo.

Años después…por lo que noto, sigue haciendo exactamente el mismo trabajo.

Nunca me molestó la presencia

de la pulguita,

Siempre pensé:

por más que me moleste que me afanen, ella sólo está haciendo su trabajo.

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La pulguita del Saint George (o como dejar de ir a paso de tortuga)

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No sé si también me aconsejó de que los contara y clasificara, de pronto de una manera indirecta lo hizo.

Si fue así, gracias.

Ahora tengo más de veinte dibujos colgados, contados y clasificados.

Debo admitir que la pulguita del Saint George no pudo llegar en mejor momento. La primera vez que la volví a oír (por interlocución de mi papá), tenía más de veinte dibujos reunidos en mi cama.

Unos de Zíngaro,

Unos de mis babas,

Y unos otros que había hecho en mi cama.

Ese día la pulguita no sólo me despertó para ir a clase,también, dentro de un tono cariñoso, me aconsejó mover los dibujos de mi cuarto.

(cuelgalos en la lavandería…allí se secarán los que siguen un poco mojados).

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La pulguita del Saint George –o de la Javeriana–, los pasos de tortuga y un cafecito en la cocina

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Después le explicaría que no es que me moleste su presencia,como tampoco me molesta que me llamen lenta,

y que por lenta asuman que soy perezosa…

yo también lo he asumido así.

Solo quisiera que entendiera los pasos de tortuga.Le mostraría mis dibujos, mis juegos, los videos y le diría:Todo esto lo hice mientras no estabas,mientras seguía a paso de tortuga porque no había nadie que me despertara,ni afanara para

bajar a desayunar,o almorzar.

Un día quisiera sentarme a conversar con la pulguita.Le mostraría mi proyecto y le diría:

¡Mira!

eres una de las protagonistas; como mi papá, mi mamá, mis hermanas y Zíngaro.

También los

pasos

de

tortuga

tienen un papel protagónico…esos que a veces intentas afanar.

Después le contaría la teoría que tiene mi hermana de por qué voy a pasos de tortuga.Creería que le gustaría oírla.De pronto así le hallaría un tris más de sentido a su trabajo.

Claro…diría,

tengo un cargo imporante del cual no me puedo desprender tan fácilmente:afanar los pasos de tortuga…

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Lenta y con sueño como un perezoso.Pero mientras sigo las dinámicas de ese animal, puedo decirte que he contado más

de mil pasos de tortuga, y eso para mí ya es más que suficiente,

por ahora…

Tampoco estabas para decirme:

¡párate de esa silla ya y ponte a dibujar!

Pero lo que todavía no has visto es que por esa silla pasaronmuchas babas, muchos sueños, mucha sábila y muchas palabras que me permitieron realizar este texto.

Supongo que sería una conversación larga la que tendría con la pulguita.

De esas que uno tiene en la cocina hasta las tres de la mañana.

Si llegara a ser tan tarde(o tan temprano)

mientras seguimos conversando, le haría un café a la pulguita para que no sienta frío.después de servirselo continuaría:

Mira, si todavía no entiendes que he hecho en todo este tiempo mientras no estabas;fácil: he ido a paso de tortuga.

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Otra gente que ha ido a paso

de tortuga,

o que ha sido perezosa por mucho tiempo.

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Melville, H. (1853). Bartleby, el escribiente. Nueva York: Putnam’s Magazine.

Cooke, L. (25,02,2018). La genialidad de la actitud relajada de los perezosos y por qué te conviene imitarlos. Obtenido de BBC: https://www.bbc.com/mundo/noticias-43129887

Johnson, G. B., & Raven, P. (2006). Holt Biology. National Science Teachers Association.

Akerman, C. (Dirección). (1986). Seven Women, seven Sins; Segment: “Portrait d’une Paresseuse” [Película].

Tarkovsky, A. (2002). Esculpir en el tiempo. Alcalá: Ediciones Rialp, S.A.

Kundera, M. (1995). La lentitud. Francia: Harper Perennial.

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